11 marzo 2021

¡Un blog casi fantasma! 👻

Mis Moneditas fue el primer blog que tuve. Después creé otros con diferentes temáticas, pero al tenerlos auto alojados, se perdieron para siempre. Mientras que este, gracias a la estabilidad de google, aún vive. Si por casualidad alguien llega a este rincón de la web, le cuento que sigo escribiendo, pero ahora me he enfocado en la literatura (poemas, cuentos y novelas). Así que si gustas, puedes visitarme en:

 https://www.tatufko.com


06 abril 2009

Recomendado

Un escrito de Claudia López, una de mis columnistas favoritas.

Colombia necesita un proyecto político de centro, que descarte a la derecha paramilitar y a la izquierda revolucionaria. Por centro me refiero a un proyecto que promueva la democracia liberal como sistema político, el capitalismo como sistema económico, la ética y la equidad como principios rectores de ambos sistemas...

Colombia sin centro

10 julio 2008

El Nuevo Estatuto Estudiantil de la UNC

Este tema ha causado mucho revuelo al interior de la Universidad Nacional, situación normal teniendo en cuenta que es algo que afectará de forma muy tangible y directa a todos los estudiantes y profesores de la institución, tocará una de las cosas más esenciales de una universidad, la forma de estudiar y las prioridades que se tienen al hacerlo, también crea oportunidades que antes no existían, pero de la misma forma introduce nuevos dolores de cabeza para los ya atareados y esforzados estudiantes de la UN.

Tal vez una manera apropiada de analizar este nuevo reglamento sea haciéndolo desde diferentes ópticas, pues la universidad siendo un componente del estado, del país y de la sociedad, afecta a muchas más personas aparte de los estudiantes, profesores y trabajadores de la misma.

El estatuto y los estudiantes,

En el nuevo reglamento hay aspectos muy llamativos como la doble titulación o la posibilidad de cursar estudios de posgrado, sin embargo, estas nuevas oportunidades llegarán a ser de importancia sólo para los mejores alumnos, así que yo, que nunca he pertenecido a ese grupo, prefiero concentrarme en los beneficios que pueda traer el nuevo estatuto al estudiante promedio, que por supuesto también es muy bueno, pero no tanto como para destacarse en un medio con personas tan brillantes.

Por ejemplo me parece muy agradable la eliminación del requisito de tener que ir aprobando una materia para que sea posible su cancelación, con el sistema anterior esto se justificaba en que de no ser así, prácticamente no habría forma de perder el cupo en la universidad, porque siempre que alguien fuera mal, cancelaría la materia, librándose así del peligro de no aprobar el tercio o “tercerear”, pero son precisamente las materias en que el estudiante va mal, aquellas que más desea cancelar, por lo cual existe la práctica de que a pesar de que no sea cierto, el profesor comunica al consejo de facultad que el alumno va aprobando la materia para que de esta forma la pueda cancelar. Claro, el hecho de que se pierdan los créditos utilizados en una materia al cancelarla es bastante preocupante, pero tiene que haber algún control para que las cancelaciones sean usadas sólo en ciertas circunstancias muy especificas

Basta darle una mirada rápida al antiguo estatuto para darse cuenta que se trata de una “colcha de retazos”, está atiborrado de resoluciones que lo modifican, hay muchas normas para situaciones especificas, artículos que se refieren a otros que han sido derogados, en fin... una joya invaluable para algún investigador en arqueología de jurisprudencia educativa, pero una “mamera” para un estudiante que quiere conocer las reglas de juego a las que está sometido, algo que por obvias razones es muy importante que haga. Para que saquen sus propias conclusiones, el estatuto antiguo tiene 117 páginas, las dos partes del nuevo suman 31.

Un aspecto que en cierta forma considero favorable, es que se castigará el perder una materia por primera vez, lo cual el antiguo reglamento no hacía, obviamente representaba una pérdida de tiempo para el estudiante pero no había ninguna consecuencia académica, inclusive se podría pensar “hasta mejor repetir porque así salgo mejor preparado”, creo que esto propicia malas prácticas como abandonar las materias cuando se va mal en ellas, o inscribir muchas asignaturas pensando en “pasar las que se pueda”, estoy en contra de esto último porque en un país con tantas necesidades como el nuestro, creo que los cupos en las materias deben ser para los estudiantes que están completamente comprometidos en aprovechar la educación que se les brinda; sé que la exigencia es alta y que algunas personas tienen otras responsabilidades aparte del estudio, pero el estatuto no obliga a que se asuma una gran carga académica, sino a que se rinda en la que se adoptó por voluntad propia.

También tengo una opinión favorable respecto al sistema de créditos, gracias a ellos se podrá estimar mejor la carga académica que se cursará, será más fácil realizar transferencias e intercambios institucionales, y además hará que la evaluación de los estudiantes sea más justa, ya que antes, por ejemplo, alguien podía aprobar dos materias que requieren bastante dedicación, y perder otras dos cuya intensidad horaria sea baja, obteniendo el mismo promedio académico de alguien que pasó las fáciles y reprobó las difíciles, en el antiguo reglamento valía lo mismo un curso de contexto que un cálculo o una física, incluso en cosas tan serias como calcular el “tercio” necesario para no perder la calidad de estudiante.

Pero como no todo es color de rosa, ahora examinaremos algunos de los puntos que en mi opinión son perjudiciales para los alumnos, esta parte me parece muy importante, pues muchas veces los movimientos estudiantiles dentro de la UNC no son tomados en cuenta por la idea de que tienen posturas dogmáticas y radicales, sin argumentos sólidos que las respalden, aunque frecuentemente es así, también creo que esta fama ha ensordecido a muchos ante voces e ideas sensatas que han venido del estudiantado, por lo cual quienes quieren ejercer liderazgo político en la UN, más que levantar la voz a modo de caudillo de hace medio siglo o de revolucionario anacrónico para insultar a las directivas, al gobierno de turno o a la oligarquía, deberían tratar de limpiar la imagen de los movimientos estudiantiles, defendiendo sus posturas con argumentos en vez de efusivos discursos que en el fondo no dicen nada.

Un punto del nuevo estatuto que realmente me desagrada, es el límite de 80 créditos en el cupo adicional que tendrán todas las carreras, hay varios motivos, primero igualdad, aunque se diga que este cupo adicional podrá ser usado para materias de posgrado o de otras carreras, la verdad es que uno de sus principales objetivos es que sea gastado en caso de pérdida de materias, por lo tanto si una carrera tiene menos de 160 créditos, en teoría se podrá perder la mitad de las asignaturas de todo el programa y gracias al cupo de créditos adicionales, lograr acabarla; Pero si una carrera contempla más de 160 créditos, entonces se reduce el porcentaje de materias que se pueden perder durante el transcurso de la carrera. Podría decirse que este límite existe precisamente para garantizar la igualdad entre los estudiantes, porque ya que todos han pasado la misma prueba para ingresar no deberían tener unos más créditos para materias ajenas a las de su carrera, esto es cierto, pero creo que entre los estudiantes de distintas carreras debe ser más importante la igualdad en cuanto a las reglas de juego para poder graduarse, frente a aquella referente a la cantidad de educación adicional que puedan recibir. Además, si nos ponemos algo suspicaces podríamos pensar que para que esta desigualdad no sea muy marcada, se modificarán muchos planes de estudio “largos”, y nos encontramos de nuevo frente a, tal vez el mayor miedo que generó la fallida reforma académica de hace un par de años, el acortamiento generalizado de las carreras extensas.

Con el antiguo estatuto la posibilidad de ser “echado” de la universidad en la práctica afectaba sólo a quienes realmente habían tenido un pésimo desempeño académico, ya sea en un periodo o una materia específica, en cambio ahora, este escenario estará más cerca del estudiante promedio, probablemente muchas personas que nunca estuvieron en serio riesgo de salir de la universidad, en algún momento tendrán que hacer cuentas relativas al estado de su PAPA o sus créditos ante el peligro real de perder la calidad de estudiante. Visto fuera de contexto, pedir un mayor esfuerzo a los estudiantes no parece malo, pero en mi opinión, incluso con el reglamento antiguo hay que estudiar mucho, y ahora habrá que hacer lo mismo pero con el coco de la pérdida del cupo detrás, así que lo mínimo que uno esperaría es que la parte del reglamento relacionada con bienestar, contrarreste el malestar que el estrés de la parte académica producirá en muchos alumnos.

Como pueden ver, considero que hay ciertas cosas malas en el nuevo estatuto, pero no por eso estoy de acuerdo con la posición súper conservadora de gran parte del movimiento estudiantil que plantea que la solución es conservar el reglamento anterior, no se puede alegar autoritarismo o falta de atención por parte de las directivas cuando se hacen este tipo de peticiones tan simplistas y perjudiciales para la universidad, yo creo que si en cambio, todo el movimiento hubiera concentrado su presión y protesta en modificar algunos artículos del nuevo reglamento (entre ellos indiscutiblemente el del límite de los 80 créditos), en estos momentos el panorama de lo que serán los siguientes semestres en la universidad sería mucho más claro y todos estaríamos más tranquilos y conformes sabiendo que contaríamos con un nuevo y benéfico reglamento en cuyas páginas se reflejan las preocupaciones e ideas de los estudiantes que tuvimos la responsabilidad histórica de afrontar este cambio dentro de la universidad. De todas formas es comprensible que organizar multitudes volubles e impetuosas es muy difícil, tal vez lo que haría falta sería otorgar un mayor poder decisivo a los estudiantes a través de las instituciones propias de la universidad para que así no sea necesario llegar a ese tipo de escenarios tan molestos y poco productivos.

De cualquier forma, haciendo un balance entre beneficios y perjuicios desde el punto de vista de los estudiantes, creo que pesan más las cosas negativas, como la posible reducción de la longitud de las carreras lo cual genera mucho rechazo dentro de la universidad, e incluso si eso no ocurriera y los pensums siguieran igual, los beneficios son pequeños, finalmente -al menos en cuanto a la parte no flexible de la carrera- se verían las mismas materias, con los mismos profesores, usando las mismas metodologías, en las mismas instalaciones... sólo que con una exigencia considerablemente mayor, por lo cual creo que no hay que extrañarse mucho por la apatía de buena parte de los estudiantes frente al tan mencionado Acuerdo 008 de 2008.

Sin duda hay muchos otros aspectos en el estatuto sobre los que podríamos reflexionar, pero los que he tratado en este escrito son de los que considero más importantes, por supuesto cualquier comentario, aclaración o sugerencia es bienvenida. Como dije inicialmente, este tema no se puede tratar sólo desde una perspectiva, así que tal vez este escrito tenga una segunda parte en la cual opine sobre el tipo de universidad que este estatuto al parecer quiere brindarle al país, a la sociedad y al gobierno. ('El estatuto, La venganza') :P


07 julio 2008

Recomendado

Me reí mucho leyendo este artículo de Daniel Samper Ospina, se los recomiendo:
Por qué votaré por Holguín Sardi
PS: Muy, muy chevere lo de Ingrid Betancourt y los demás secuestrados.

07 junio 2008

Izquierda y Derecha

Son unos de los conceptos más usados en la política, y aunque a veces con alguna opinión o postura alguien puede situarse en una orilla de este mapa unidimensional, creo que no se puede calificar a alguien como de izquierda o derecha, son tan variadas las opiniones que las personas suelen tener que tal vez nos harían falta palabras para que cada uno fuera clasificado según sus verdaderas creencias. Sin embargo no seré yo quien cambie la forma de hablar y de pensar de las personas, así que les seguiré el juego dándoles mi opinión sobre estos dos conceptos políticos.

Yo también me he echo la pregunta, ¿azul o rosado? ¿hombres o mujeres? No mentiras, no esa pregunta, bueno sí me la he hecho pero no estamos hablando de eso, la cuestión a la que me refería es ¿izquierda o derecha? Leyendo las definiciones de wikipedia me parece curioso ver como, en el papel, estoy cerca de la izquierda en varios aspectos, pero en la realidad, tengo muchas reservas frente a los políticos que representan este segmento del espectro político en el país.

Ya desde el colegio comencé a tener reparos sobre el socialismo, algo que en un primer momento me pareció tan bueno, que no podía creer como era que no regía en todo el mundo, sin embargo, fue mi ingreso a la Universidad Nacional de Colombia, lo que me hizo alejar aún más de la izquierda, no se que pesó mas, si la quejadera por todo, la paranoia frente al gobierno y las directivas de la Universidad, el poco interés en los medios que se usan para lograr los objetivos altruistas que se tienen, o el dogmatismo radical, lo importante es que la idea de la izquierda colombiana que tenía antes de entrar a esta universidad cambió sustancialmente.


Entonces ¿la solución es ser de derecha? Mmm... no creo, una de las cosas que aborrezco en política es cuando las religiones meten sus narices en ella y los debates se convierten en un desfile de prejuicios y dogmas de fe, en vez de argumentos, estudios y soluciones, como se supone que debería ser, y a esto son más proclives los movimientos de derecha, por otra parte, las duras restricciones a la libertad, la falta de tolerancia frente a la disidencia ante el establecimiento, o la falta de preocupación por las cosas mínimas a que deben tener acceso los ciudadanos sustentada en que no se debe “mantener” a nadie, son cosas que me alejan de estas corrientes políticas.


Así que lo único que nos queda es el centro, pero aquí me surge una duda importante, ¿es el centro una postura a mitad de camino entre la izquierda y la derecha o más bien una actitud de no encasillarse en ninguno de estos extremos sino más bien adoptar lo que se considere apropiado de cada uno de ellos?


La primera opción resulta ser muy ambigua y prácticamente daría la impresión de no tener una postura definida, algo que tal vez en la filosofía, la ciencia o en el arte de vivir, pueda ser benéfico, pero no en la política, no se debe ser ciego e inflexible y “casarse” con las ideas, pero un político que no toma partido por nada lo único que puede esperar es que nadie tome partido por él. Por otra parte, si el centro es más una expresión de rebelión ante este cuento de la derecha y la izquierda, la cual nos permite coger de cada lado lo que nos gusta y renegar de lo que no, eso sí que me llamaría la atención, se podría decir incluso que habría encontrado “la horma de mi zapato”, y por supuesto no me disgustaría que me dijeran que soy “de centro”.


P.S. Gracias Catalina por animarme a seguir escribiendo.

01 mayo 2008

Mi opinión sobre un artículo

Ligeramente editado el Lunes 19 de Mayo de 2008.

Los invito a leer un artículo del periodico el tiempo que me pareció bastante agradable y sobre el cual escribí el comentario que está al final del post.

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La generación del bicentenario

Dos generaciones excepcionales consiguieron transformar al país en su momento. La generación de la Expedición Botánica, que hizo la Independencia, y la generación que surgió al conmemorarse el centenario de la Independencia y a la cual le debemos la gran reforma social que modernizó a Colombia y la puso en el siglo veinte.


Los centenaristas aparecieron en un momento difícil. Nuestro país venía agobiado por las secuelas de la guerra de los Mil Días, la pérdida de Panamá y la pobreza de siempre. Jóvenes como Enrique Olaya Herrera, Alfonso López, Eduardo Santos, Laureano Gómez, entraron en la arena política a partir de la celebración del Centenario de la Independencia, el 20 de julio de 1910, animados por el propósito común de implantar en Colombia una democracia real. Contaron para el arranque con un gobierno admirable, presidido por un hombre admirable, Carlos E. Restrepo.


No es el caso hacer la historia menuda de esas dos décadas, en que la nueva generación se preparó para asumir el poder. Basta decir que 1930 no fue sólo el año en que cayó el régimen conservador y subió el régimen liberal, sino el año en que una generación reemplazó a otra y asumió los destinos de Colombia. A los centenaristas liberales les tocó ejercer el gobierno, si bien es preciso y justo reconocer que muchos ilustres centenaristas conservadores le prestaron su efectivo concurso a la obra de inmensa transformación social que se efectuó en la República Liberal, entre 1930 y 1946. Sin olvidar que los gobiernos de Rafael Reyes (apoyado por el liberalismo), de 1904 a 1909, el republicano de 1910 a 1914, y los conservadores de 1914 a 1930 efectuaron importantes adelantos materiales, la obra cumplida en todos los órdenes por la República Liberal es cosa que todavía nos asombra.


Los gobiernos neoliberales que vinieron a partir de 1946 tardaron sesenta años en destruir lo que los centenaristas construyeron en sólo dieciséis años. Al fin lograron su nefasto cometido. Ya estamos de nuevo como antes de 1930.


Ahora vamos a celebrar los doscientos años de la Independencia y parece que la generación del Bicentenario, que entrará en la liza en el 2010, está forjada en el mismo crisol en que se fraguó la del Centenario. Los jóvenes de 1910 debían enfrentar un país conventual dominado por el clero ultraderechista y por una oligarquía feudal, como la describió el entonces jefe de los conservadores de izquierda, Laureano Gómez. Los jóvenes del 2010 tendrán que lidiar con un país dominado por las mafias del narcotráfico en connivencia con la misma oligarquía feudal, que cambia de dueños, no de costumbres.


Las condiciones tecnológicas de hoy harán que la carrera de la generación bicentenarista hacia el poder sea más rápida que la de hace cien años, emprendida por la centenarista. De hecho, ya su vanguardia ha tomado posiciones. Ahí tenemos en el Senado, en la Cámara y en el Concejo de Bogotá a jóvenes como Juan Manuel Galán, Simón Gaviria y Carlos Fernando Galán, pero detrás viene un ejército de muchachas y muchachos (polistas, liberales, conservadores y, sobre todo, independientes) muy brillantes, con ideas propias, y decididos a darle un vuelco hacia adelante a su país, igual que lo hicieron aquellas juventudes del bicentenario.


La tarea que les aguarda, más que difícil, es temeraria. Deberán reconstruir un país devastado por las doctrinas económicas neoliberales, con índices de pobreza y de miseria espeluznantes y una protuberante desigualdad de oportunidades. La generación bicentenarista tendrá que hacer la segunda gran reforma social de nuestra historia moderna. Se le atravesarán por el camino las mafias de corte feudal, que contratan sicarios para eliminar a quienes amenacen sus repugnantes intereses. Si la generación bicentenaria no logra vencerlas y acabar con la cultura mafiosa que se adueñó de Colombia, el país se habrá perdido para el siglo veintiuno.


No es menos oscura hoy la situación internacional que en 1910. Los del centenario surgieron en medio de las tensiones imperialistas que en 1914 provocaron la guerra más sangrienta y mortífera, la primera con el carácter de mundial. Esas circunstancias, sin embargo, nos favorecieron por haber estado lejos del escenario bélico y al margen del conflicto, en el que se emplearon armas terribles, de alcance limitado. Hoy nadie estaría lo suficientemente lejos de una bomba nuclear y de nada valdría declararse neutral si las tensiones que vivimos condujeran a la tercera guerra mundial.


Mientras tanto, preparémonos para celebrar con dignidad el Bicentenario de la Independencia colombiana y latinoamericana, y el advenimiento de una nueva generación que, como sus antecesoras de 1810 y de 1910, está destinada a ser la protagonista de grandes y decisivos acontecimientos.

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Enrique Santos Molano


Inspirador artículo, soy joven y aunque no me interesaría mucho entrar en la política, sí siento que escritos como estos, hacen que confiemos y trabajemos -así sea desde otros escenarios- por un futuro mejor para Colombia, en donde desafortunadamente, pareciera que los principios son sólo para recriminar a los demás pero nunca para moderar nuestras conductas.


De cualquier forma no se puede esperar que esta generación del bicentenario, espontáneamente y sólo por nacer bajo ciertas condiciones aberrantes, vaya a cambiar a nuestro país, las semillas ya nacieron, pero si siguen creciendo sobre tierra árida puede que se conviertan en más de la maleza que supuestamente debían erradicar.


Ojalá hayan más escritos como estos, y ojalá se creara una conciencia colectiva que reclamará tener unas condiciones, sobre todo morales, que permitan que después del bicentenario el país se encamine a superar la pobreza y la violencia, está conciencia ayudará a educar a los bicentenaristas con la idea de que tienen una gran responsabilidad y oportunidad en sus manos.


De cualquier forma, no es muy alentador que todos los ejemplos que da Enrique Santos, sean “delfines”, hijos de una esperanza efímera de hace dos décadas de reformar el país, o de un expresidente cuyo gobierno según el autor, es uno de los que destruyeron las conquistas de los centenaristas -aunque tal vez sea simplemente la mala maña de generalizar, pero eso es lo que se deduce del artículo-. De cualquier forma, creo que aunque no hay que olvidar de donde vienen las personas, no se las debe juzgar por eso, sino por sus acciones, y por lo poco que conozco de estos jóvenes políticos, creo que han realizado un trabajo más o menos bueno.


27 marzo 2008

¿El comienzo del destape?

En epoca de campaña Samuel Moreno me parecía una de las peores opciones para la alcaldía de Bogotá, para mi representaba un estilo de hacer política basado en el populismo y la demagogía, me irritaba profundamente el hecho que nos consideraran a los bogotanos tan estúpidos como para creer que, sin cobrar más impuestos su administración iba a:

- Darle un metro a Bogotá.
- Ampliar los comedores comunitarios.
- Construir un tren por la 26.
- Ofrecer educación gratuita hasta grado 11.
- Mejorar el estado de las vias.


Creo que Moreno ganó a pesar de su notable falta de experiencia y su forma de hacer política por la ilusión de un metro fácil y el odio a Peñalosa, en parte producto de la forma orgullosa y autoritaria en que gobernó y en parte generado por una habil campaña de mentiras y rumores, tal vez dirigida por algunos de sus contendores.

Bueno, pero todo eso ya pasó, miremos el presente, hace algunos días el ahora alcalde de Bogotá, Samuel Moreno, manifestó, "Mi compromiso y el mandato que recibí es que esta empresa (ETB) seguirá con la mayoría accionaria del Distrito. Esto no descarta, desde ningún punto de vista, alianzas estratégicas para buscar nuevos ingresos que sigan generando utilidades importantes para la ciudad".

Estas declaraciones me hicieron recordar los tiempos de campaña, en uno de los debates en televisión se propuso a los candidatos que se hicieran una pregunta mutuamente, Moreno pidió que Peñalosa aclarara su posición respecto a sus intenciones con la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá, este último respondió, -según recuerdo- que era indispensable conseguir un socio para la ETB, y que no descartaba la posibilidad de privatizarla completamente debido a los problemas de la compañia, la fuerte competencia que se esta creando en el sector y las trabas que el ser una empresa pública le traía, y puso el ejemplo de la desvalorización de Telecom que fue vendida recientemente por un precio muy inferior al que se había ofrecido por ella en el pasado.

Moreno dijo que la ciudad necesitaba a la ETB para llevar las tecnologias de la información a los más pobres y cerrar así la brecha digital, Peñalosa respondió que así no se privatizara la empresa no se la podía utilizar para eso pues ya parte de la misma era privada... No se que tan cierto sea esto último, pero mas o menos eso fue lo que dijeron los en ese momento candidatos.

Yo le creí más a Peñalosa, porque hablar de privatizaciones en campaña no es para nada popular, así que si lo hizo es porque era algo de lo que estaba profundamente convencido, algo por lo cual lucharía si ganaba la alcaldía, y no quería que en ese caso terminara siendo visto como un solapado que no muestra sus verdaderas intenciones sino después de que ha sido elegido.


Con las declaraciones dadas Moreno cambia sutilmente su posición frente a este tema con respecto a lo que había expresado durante la campaña, tal vez en este caso logrará dejar contento a todo mundo, tomando una decisión sensata sin tener que retractarse del todo de sus promesas como candidato, yo espero que esto sea una muestra del camino que tomará Moreno para afrontar un dilema que lo debe atormentar constantemente, "¿Qué hacer? ¿quitarme la máscara y gobernar sensatamente o llevar a cabo las irresponsables propuestas por las cuales fui elegido?"

Ójala me equivocara, ójala las propuestas de Samuel Moreno se puedan llevar a cabo así de fácil como el lo prometía, si esto ocurriera, él pasaría a la historia como un excelente alcalde, de lo contrario, Bogotá recibirá lo que se merece por votar por el populismo.

Información adicional


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